Charles Carson : Un nuevo ism... El Carsonismo, publicación de Iconia, por Guy Robert

Escritor y crítico en artes,Guy Robert es doctor en estética de la universidad de parís, profesor y conferencista,esperto consejero y editor.

''El fundador del museo del arte contemporáneo de Montreal,''describe admirablemente el Carsonismo,

Publicación Iconia,

Un nuevo ism... el Carsonismo,

Por Guy Robert

Yo pongo en mis cuadros todas las cosas que amo , y peor para ellas que tienen que arreglarselas solas.El cuadro no es pensado ni fijado de antemano, a medida que uno lo hace, Él sigue la mobilidad del pensamiento. Y una vez terminado, él cambia aún más, según el estado de aquél que lo observa. Un cuadro vive así su vida, como un ser viviente, y vive por aquél que lo mira.
Picaso, 1935

Dar que ver
Pintar no es copiar ni reproducir. Pintar, es evocar como Cézanne, o celebrar como Rubens, incluso fustigar como Francis Bacon. Pero pintar, es sbre todo hacer aparecer, revelar, dar que ver, según el hermoso título de una colección de poemas de Eluard, publicado en 1939.
Y frente al cuadro, buscamos esta aparición, la descubrimos, respondemos a la invitación de ver más allá de las apariencias y de los estilos, de las culturas y de las épocas, la obra en su propia revelación dentro de nuestra imaginación, quien la recibe y se alimenta de ella y la disfruta. Veamos un poco eso en la obra de Charles Carson, quien concede a la naturaleza un lugar capital.


Estilo: Carsonismo, Título: Suavidad 20 X 16 Circa 1993

La Naturaleza es como un diccionario
La Naturaleza no es más que un diccionario, repetía de buen grado Delacroix, al menos según lo que escribe Beaudelaire en su Salón de 1859 donde este gran poeta, quien fué el mejor crítico de su época prosigue estableciendo una distinción radical entre los artistas imaginativos, que encuentran en este diccionario los elementos que concuerdan con sus concepciones y le dan una nueva fisionomía, y los pintores sin imaginación que copian el diccionario y caen de esta manera en el vicio de la banalidad.
Mirando las obras de Carson reproducidas en este pequeño libro, uno siente enseguida que él sabe utilizar ese diccionario de la Naturaleza con inspiración y originalidad.

La Tierra amenazada
Muchos miran la Naturaleza con indiferencia, como un espacio sin interés ni vida, que se atravieza lo más rápido posible o a la cual se le huye. Otro ni siquiera la ven.
Sin embargo, todos nosotros estamos estrechamente ligados a la naturaleza, quien constituye el tejido vital de nuestro planeta Tierra, a la que los observadores galácticos llaman ahora polucio, precisamente a causa de la despreocupación del mal trato que le infligimos, sobre todo desde hace un siglo.
La ecología progresa sin duda cada día, pero la Naturaleza no queda menos tragicamente maltratada y amenazada, y muchos lo resienten, como el artista Carson, quien toma la defensa manifestándola a su manera, a travéz de sus cuadros.

A cada uno su Naturaleza
Aquéllos que son sensibles a la naturaleza saben como saborear sus generosos beneficios, admirar sus interminables maravillas, respetando sus incomprensibles misterios, de la cual la ciencia engrandece el horizonte, a medida que ella la penetra o analiza sus parcelas.
Algunos prefieren los amaneceres o los ocasos, otros son atraídos por el mar o la montañas, otros, aún se inclinan hacia la fauna y la flora, o están todavía más, fascinados con los fósiles o las nubes, las estrellas o los increíbles espectáculos de la minerología. Y en el transcurso de su vida, cada uno puede también tomar vías diferentes de descubrimiento y de exploración de la Naturaleza.

Estilo: Carsonismo, Título: Journée Ensoleillé, 20 X 16 Circa 1990

Señales inagotables
Beaudelaire lo dijo magistralmente en su célebre soneto de las Correspondencias; la Naturaleza hace señales al hombre y lo invita a penetrar en sus bosques de símbolos donde los perfumes, los colores y los sonidos se responden.
Cada uno percibe estas señales a su manera, dependiendo además, de la compañia o de las circunstancias, la edad, la ocasión, las estaciones, los lugares y los estados de ánimo.
Y muy particularmente un artista como Carson, que se alimenta de ellas, y extrae sus zumos para transformarlos en el alambique de su imaginación, en emociones, intuiciones y visiones, de las cuales el construye sus obras.

El malentendido de la abstracción
Una gran parte del arte de nuestro siglo parece alejarse de la Naturaleza, darle la espalda prefiriendo las vías de la abstracción. Existe un malentendido , que exagera la importancia y desvía el sentido de ese vasto movimento, tanto así que la moda misma se saturó de sus abusos. Uno olvida, por ejemplo, que el seguimiento plástico de un Mondrian se apoya en la esquematización del árbol, que los grandes gestos de un Jackson Pollock evocan las espirales nebulosas, y que Riopelle rechasaba el estandarte de la abstracción adheriendose al del paisaje, posiblemente diferente de lo que era para Ruysdael o Suzor-Côté!

Su propia realidad
Qué proponía un Riopelle en sus mosaicos en los años 1950, sino una visión personal y entusiasta de sus excursiones en los bosques o sobre los glaciares, de sus viajes de caza o pesca? En efecto la Naturaleza vibra en ellos en todos sus rincones, y más animal, dominado sobre todo por los búhos.
El seguimiento de Charles Carson se distingue de aquél de un Riopelle al deslizarse hasta la frontera entre la abstracción y la figuración, a su campo de encuentro. Así se evita la vana querella que los opone frecuentemente, o más bien se reconcilian los dos credos, como lo muestran los cuadros reproducidos a lo largo de estas páginas que nos presentan su propia realidad, aquélla de la visión personal del artista.

Estilo: Carsonismo, Titulo: Chasse et pêche, Circa 1992

Un consejo de Leonardo Da Vinci
Lo real supera indifiniblemente sus apariencias, y lo que nos deja percibir está estrechamente limitado por nuestros sentidos y por nuestra imaginación.
Es sin duda por eso que Leonardo Da Vinci aconsejaba a todo pintor aprendiz de observar bien, casas tan triviales como muros decrépitos o piedras viejas;podríamos descubrir en ellas montañas o rios, rostros o escenas raras, toda clase de formas increíbles.
Charles Carson remplaza las viejas paredes por composiciones coloreadas , de aspecto abstracto y que nos dan pistas de lectura; perfiles de árboles o de personajes , bosqueda de cabezas de pájaros o de peces, en resumen, una pintura cómplice de la Naturaleza, y que nos invita a imaginar.

El Carsonismo
Porqué otro -ismo
Ningún siglo ha conocido tantas agitaciones y movimientos como el nuestro, en todos los campos, sociales, politicos, económicos, científicos o estéticos.
Entonces porqué agregar un nuevo -ismo a una cacofonía ya saturada, a ese laberinto ensordecedor?
Este nuevo -ismo, el del Carsonismo, tiene la particularidad de pertenecer solamente a un individuo, ya que el artista Carson es un ser más bien solitario, discreto y secreto, que rechaza toda publicidad personal y probablemente se opondría a la idea de hacer escuela.
Por otro lado, este nuevo -ismo no llenará los diccionarios, pero aquí sirve para designar el arte de nuestro pintor, sin pegárselo como una etiqueta.

Naturaleza y abstracción en complicidad
A lo largo de las páginas precedentes, hemos señalado algunos elementos de la obra de Carson; según la dichosa expresión de Eluard, Carson da que ver, infiltrando ecos tomados del vasto diccionario de la Naturaleza, en la vibrante y temblorosa textura de sus fondos.
De un primer vistazo, su pintura tiene una apariencia abstracta, pero enseguida surgen los signos que la discreta escritura del artista, trazó según su estilo personal y original que crea su estética y la coloca en la fascinante frontera de una realidad visual volviendo cómplices naturaleza y abstracción.

Estilo: Carsonismo, Titulo: Le cirque de Shangai, Circa 1992

Espontaneidad y dinamismo
Charles Carson pinta con toda espontaneidad, incitado e inspirado por la dicha de jugar con las formas y colores. Para proteger su impetuosidad, él prefiere utulizar el acrílico y la espátula, en vez de los pigmentos al óleo en el que la untuosidad incita el pincel a la languidez de retoques y arrepentimientos.
Insertando la cuchilla en la fogosidad de la pasta, él lanza sobre el lienzo virgen la danza rápida y nerviosa de su mano, por pinceladas extendidas casi siempre en diagonal o en un amplio elipse. Y enseguida en mano de ella una impresión de frescura, de dinamismo, de ritmo; frescura y vivacidad del paleta, dinamismo y variedad de composiciones, ritmo que anima y forma su lenguaje plástico.

Una evasión de la morosidad reinante
Ante la frescura, el dinamismo y el ritmo de las obras de Carson , se piensa en el mejor jazaz, donde el sentido de la improvisación hace resaltar maravillosamente la estructura de la melodía y la energía de su sintaxis músical. Igualmente podríamos evocar las sonatas de Escarlati o los conciertos de Vivaldi, donde las variaciones y modulaciones mezclan a la vez la disposición general y las menudas sutilezas de la obra.
En la ola de morosidad por la que atravezamos estos años, el descubrimiento de una pintura como la de Carson no puede que estimular las vibraciones y los perfumes de una primavera tan esperada.

Un juego de miradas
El lenguaje pictórico de Carson propone, en cada cuadro, una especie de juego de miradas, atrayéndola e intrigándola con formas amtiguas, que se prestan a diversas interpretaciones siguiendo la aventura de las asociaciones y la vivacidad de la imaginación.
De esta manera aparecen, en cada cuadro, a través de asociaciones variables de formas y de colores; pájaros y peces, flores y frutas, cielo y fondos marinos, árboles y cavernas, a veces con perfiles humanos, como en el sorprendente Circo de Shangai donde las enigmáticas siluetas acompañan los acróbatas en bicicletas que se deslizan entre apariciones de dragones y otros torbellinos de la fiesta.
Se siente en él la magia y el misterio del Oriente, con sus perfumes voluptuosos.

Una energía armoniosa
La impresión de frescura y de energía que se desprende de los cuadros de Carson viene en defensa del brillo y la pureza de los colores, armonisando en su yuxtaposición rítmica y aireados por espacios en blanco.
La disposición de pinceladas prolongadas, la mayoría de las veces en diagonal o en un amplio elipse, parece levantada por un hálito misterioso, sin duda discreto pero eficaz, el cual anima la composición.
Es igualmente fascinante el ver como el pintor, sin recurrir a los artificios de la perspectiva, crea una profundidad original dando la ilusión de un continuo estremecimiento de la superficie, de una curvatura del espacio visual, y de una mobilidad de planos por la disposición a la vez enérgica y armoniosa de las masas.

Una fiesta para el ojo
Y de esta manera el cuadro vuelve a ser una fiesta para el ojo, según el ideal de Delacroix, y mantienr el interés,con el juego que él se propone a buscar con nuevas asociaciones de motivos, de ecos diferentes, de sabores inéditos.
Esta pintura invita la imaginación a deslizarse sobre un perciopelo de ensueños, siguiendo las señales que favorecen la exploración, diferente para cada uno, o para la misma persona de un día para otro; como lo decía Picasso, citado al principio de este libro.
A propósito, usted remarcó, en el cuadro Caza y pesca reproducido al lado , la cabeza de un corzo, realzado y peinado de un gran penacho, perfilado en negro sobre un fondo marino, en medio de algunos peces? Bajo la espátula, los colores se deslizaron el uno sobre el otro conservando una mobilidad estremecedora.

Las cuatro Estaciones
Esta introducción a la obra de Carson hubiera podido ser construída de otra manera, por ejemplo clasificado y analizado los motivos de sus cuadros. De igual manera hubiera habido un importante capítulo sobre los fondos marinos y los peces, otros capítulos sobre los árboles y los pájaros, los personajes, las flores y las frutas, etc.
Terminamos con el grupo de las Cuatros Estaciones, reproducido en las pájinas que siguen. Yo había propuesto la idea al artista, y él amablemente acceptó la sugerencia ,a pesar de su resistencia ante las incitaciones o las ordenes.
El desafío fué sin embargo llevado a cabo remarcablemente, confirmado la maestría del pintor y la originalidad de su estilo.

Guy Robert es Escritor y crítico en artes, doctor en estética de la universidad de parís, profesor y conferencista, experto consejero y editor.
Nacio en Quebec en 1933, ha publicado unos sesenta libros y gran cantidad de artículos, él ha enseñado en varios colegios y universidades, y ha participado en emisiones de radio y televisión, al igual que en varias películas.
Animador en el medio cultural, fundó en 1964 el Museo de arte contenporáneo de Montréal , además organizó la exposición internacional de escultura moderna en la Expo 67, y otras manifestaciones como la retrospectiva M-A.Fortin en el Museo de Quebec en 1976. Ha editado obras sobre arte, poesía y libros de artistas adornados de estampas originales. Entre sus libros más conocidos están los estudios sobre Riopelle,Pellan, Borduas,Dallaire,Fortin, Lemieux, Dumouchel, Bonet; documentos sobre la escuela de Montréal, el Arte en Quebec desde 1940, la pintura en Quebec desde sus orígenes, el Arte actual en Quebec ; ensayos sobre la literatura quebequense, y en estética; Nuevo conocimiento del arte, lo sabido y lo callado, Arte y no finito. Fué miembro de la comisión sobre la política cultural federal en 1979-82, de la comisión canadiense de bienes culturales, y recibió el gran premio literario de Montréal.


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